Hawái.


385. The Empire Of Silence
junio 1, 2015, 2:20 pm
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Marsen Jules 01

The Empire Of Silence

MARSEN JULES
»The Empire Of Silence«
OKTAF. 2015

Láminas de hielo que se deslizan por las laderas congeladas en las interminables extensiones del norte, delgados cristales de agua que se desplazan lentamente en la superficie del mar, cerca del círculo polar. La inmensidad de una panorámica que resulta imposible de dimensionar, líneas sobre el horizonte que parecen y son infinitas, estructuras de frío que hacen perder el sentido del tiempo y el espacio, entre los enormes bloques de nieve, entre el paisaje de blanco inagotable. Campos de hielo que al colisionar generan un ruido de tonalidades níveas, notas en medio de las grietas glaciales. “The epic power and beauty of nordic snow and ice-landscapes”. Existen diversos motivos que aparecen presentes en la obra del alemán Martin Juhls, un músico que desde sus inicios ha intentado plasmar en sus composiciones una misma idea, una manera de enfrentar el sonido y los acordes que de sus maniobras pueden surgir. Los lugares retratados por éste poeta sonoro siempre han manifestado una visión similar, ya desde cuando sus primeros archivos de audio se almacenaban en la red. El objeto a representar varía, pero la forma de hacerlo conserva una superficie que se reitera, y un fondo que parece ser uno mismo. Existen por cierto que matices, y algunos eventos separados que dan cuenta de intereses diversos. Pero, aún en esos casos, la expresión es similar. A pesar de haber tenido conocimiento de sus realizaciones previas, solo fue el año 2013 cuando recién en este sitio se pudieron albergar sus sonidos. “The Endless Change Of Colour” (12k, 2013) [261] fue esa obra, una pieza que todavía emite sus coloraciones desgastadas, una hermosa aleación de tonos que con el tiempo adquiere mayor valor, “un trabajo cuyas ondas se dispersan sobre la superficie tersa del sonido a un ritmo pausado y sin interrupciones, con la mirada fija hacia un punto lejano, mientras se despliegan las notas inmóviles… Un solo movimiento que se desplaza por las distintas gradaciones cromáticas a través de un lente que convierte la traslación en una acción pausada, una bucólica corriente de tinturas y su decoloración… El cambio infinito del color, “The Endless Change Of Colour”: como arrojar pintura sobre el mar oceánico y mirar tardíamente como sus tonalidades se van decolorando”. En el último tiempo su actividad editorial ha aumentado considerablemente, ahora gracias a la fundación de su propio label (distribuido por Kompakt) Oktaf. En esa plataforma publicó dos trabajos el pasado año, “Beautyfear” (Oktaf, 2014) [303] y “At GRM” (Oktaf, 2014) [350]. No obstante, su último lanzamiento aparece por un sello con sede en Moscú. “Sinfonietta” (Dronarivm, 2014) [356] era hasta hace unos meses su última impresión, “un álbum donde una misma coloración va tomando distintas formas en un desarrollo pausado y un avance paulatino de notas tardías, un trabajo de electrónica que se traslada a una velocidad reducida mientras se va creando esta panorámica amplia sensaciones abatidas. “Sinfonietta” es una obra de una magnificencia sobria, apuntes de una música eterna que se despliegan con una enorme tranquilidad, variaciones a partir de un mismo trazo que se tiende en el espacio dejando detrás suyo huellas de majestuosidad auditiva, una estela de armonías inacabables”.

No teniendo la actividad intensa de la temporada anterior, igualmente continúa publicando sus creaciones. Recién en marzo pasado edita, nuevamente por su etiqueta personal, un nuevo álbum que se presenta como un impecable desarrollo de esas ideas que viene concibiendo desde hace más de una década. Esta nueva obra de Marsen Jules es una hermosa colección de música ambiental que se despliega por el espacio dejando detrás suyo un rastro delicado de luz blanca. “The Empire Of Silence”, una impresionante muestra de sonidos que se esparcen de manera suave por la atmósfera, notas en cristalización a causa de la temperatura exterior. El artista alemán exhibe esas formas que se encuentran presentes en todo su cuerpo creativo, distribuciones armónicas de pausas y vacíos que se entrelazan en enormes distancias, como si fuesen tinturas que se incorporan entre sí en un gran cuadro, nuevos tonos que se diluyen sobre el lienzo. Juhls crea un álbum que nace desde la contemplación del frío polar y la forma que este adopta, una imagen que se adecúa perfectamente al tipo de sonoridades que este crea: largos desarrollos donde racimos de cuerdas avanzan con una lentitud que envuelve el tiempo, hebras acústicas en una marcha tardía de acordes sin principio ni final, solo un presente interminable, un ahora que absorbe los bordes y en el cual se quisiera permanecer por siempre. “The Empire Of Silence” es electrónica panorámica de los climas septentrionales. “Diez años después de su álbum debut “Herbstlaub” en City Centre Offices el compositor ambiental alemán Marsen Jules nos lleva hacia su “Empire Of Silence”. Un impresionante soundtrack para la belleza y fuerza épica de los paisajes de hielo y la nieve nórdica. De esta manera, suena aún más elegíaco, cálido y romántico como nunca antes. Esto podría ser el resultado de una estricta reducción de sonidos de cuerdas sinfónicas agridulces. Sonidos los cuales Jules deja transcurrir como un prisma en la línea de tiempo y los deja deambular suavemente en el tímpano del oyente. Mientras otros todavía hablan de “clásico moderno”, Jules ya se está moviendo sobre las capas de partículas a través del sonido continuo. Sumergiéndose profundamente dentro de los sonidos más que nunca antes, deja que las frecuencias se reflejen en el espectro de sonidos con una impresionante precisión. De hecho, no existe mucho espacio para el silencio “real” en el álbum. En su lugar los sonidos épicos de “The Empire Of Silence” parecen desplegar su euforia arcaica mejor en volúmenes altos. Una euforia que arrastra todo y ocupa todo el espacio”. Silencios que son llenados con notas incansables, un torrente caudaloso de acordes simples que se acumulan en una marea ondeante, líneas uniformes que avanzan sobre un eje que varía conforme al calor interno, enfriado por la temperatura externa. Marsen Jules edifica estas piezas separadas por fracciones de segundos pero que están yuxtapuestas en una misma unidad temporal, solo diferenciadas levemente en su apariencia, en su intensidad, en su ubicación. Cada uno de estos ocho episodios de clasicismo moderno es una exploración en la geografía glaciar, una expedición en los solitarios y agrestes terrenos que ocupan los mapas en el borde superior de la tierra, dejando esta travesía una estela de grabaciones impregnadas de la humedad solidificada. Ruido congelado que surge de las estrechas grietas de la natural arquitectura nórdica, melodías que se desvanecen dibujando paisajes de un romanticismo crepuscular. “The Empire Of Silence” son sonidos en transición que se movilizan en sistemas circulares que a la vez se expanden en el aire, exhalando una pureza que arrebata, ese frío que limpia de tan solo aproximarse a él, a a su brisa condensada. Estruendos sintéticos que brillan como si se reflejaran frente a un cristal, un sol que atraviesa la atmósfera, cruzando una capa de vidrio, reflejando imágenes que se confunden por el resplandor amarillo tenue. Texturas electrónicas que contienen una acústica pretérita, archivos de sonido de un momento histórico anterior a la era digital, datos procesados en sistemas nanométricos, expulsados en alegorías del panorama nevado, el lugar desde donde nace la idea de este álbum. “Para los títulos de las ocho gemas de este álbum Jules utiliza diferentes palabras para nieve en el lenguaje Inuit, del cual la leyenda dice que hay docenas. Mientras que la melancólica “Penstla” (la idea de la nieve) y “Taslo” (nieve que cae lentamente) aún viajan en formas dóciles, el álbum alcanza su máxima euforia con “Kayi” (nieve acumulada) y “Skriniya” (nieve que nunca toca el suelo). Con la épica magia de los nueve minutos de “Katiyana” (nieve nocturna) la emoción atrae al oyente mientras que “Naklin” (nieve olvidada) trae un breve respiro. El álbum encuentra su cima con el gilssando estático de “Chathalin” (nieve que hace un ruido crepitante al caer en el agua), y halla su fin en la hermosa y elevada “Ylaipi” (nieve de la mañana)”. Ocho episodios de clasicismo ambientalista, siguiendo una tradición que deja que los sonidos se alarguen hasta su punto máximo, momentos en los que una simple anotación ocupa toda la página, glosas que se convierten en extensos segundos. Martin Juhls reconstruye las imágenes que rodean el territorio nórdico, traspasando sus grados bajo cero a estas grabaciones de evocadora belleza. Notas temblando en el firmamento, silencios, voces que transmiten la sensación de grandiosidad del entorno, como el eco inacabable de continentes congelados. De alguna manera este álbum no hace más que recoger ese eco, traspasando su reverberación por las estructuras de ruido de Juhls. Cuando uno cliquea play ya existe, desde antes, una forma de vida auditiva que está imprimiendo en el espacio. Notas se multiplican en un ramo de hebras, cuerdas sintetizadas avanzando en la superficie, imprimiendo una luz artificial que encandila. Son solo cuatro minutos que parecen eternos, el epílogo de una evocación inconmensurable compuesta de prácticamente un sólo apunte. “Pensta”, solo una sección de esta magnífica obra, el agua precipitada de manera sólida que cubre cada rastro de este álbum. La suave textura de la nieve cubre estas piezas, cada una de ellas, desde “Pensta” a “Ylaipi”. El ímpetu de “Tsalo”, los vacíos intercalados por sonidos tersos de “Kayi”, estruendos que se apagan como un fuego al contacto con el suelo blanco condensado y que siguen emitiendo llamas aisladas, la creciente intensidad de las cuerdas desvanecidas de “Skiniya” y “Katiyana”, el frío minimalismo de “Naklin”, la melancolía al interior de los loops de “Chahatlin”, las pausas intervenidas por los acordes indefinidos de “Ylaipi”. Ese es el epílogo dé esta obra, la cual tiene una prolongación virtual. “Para todo el que no esté satisfecho después de este viaje de 55 a través de la casi interminable ligadura de cuerdas, recomendamos el track extra de 38 minutos el cual viene como descarga digital de la versión CD en Bandcamp”. Los movimientos unidireccionales llevados al paroxismo, “Astrila” amplía los acordes dilatados, propagando el efecto hasta agotar la energía, un estruendo que repercute con su ruido diáfano.

“Diving deeper into the sounds then ever before, he lets the frequencies mirror on the sound spectrum with an impressing precision… The epic sounds of “The Empire Of Silence” seem to unfold their archaic euphoria best at high volumes. An euphoria that carries everything away and occupies the whole space”. Acordes que se cristalizan, armonías que desfallecen. Martin Juhls crea un álbum que es una nítida representación de las imágenes de los territorios próximos al círculo polar, imágenes que me recuerdan a “Klipperev ved stranden” (ca. 1824), hermoso cuadro del paisajista alemán Caspar David Friedrich (1774–1840). “The Empire Of Silence”, una obra sobre la iridiscencia en las panorámicas congeladas, al norte del norte. Melodías y bucles que ilustran las distintas formas de la nieve, notas indefinidas y ruido granular que son un retrato romántico del paisaje glaciar.

www.marsenjules.de, www.oktaf.de


384. Organs
junio 1, 2015, 2:10 pm
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Organs

ROBERT CROUCH
»Organs«
DRAGON’S EYE. 2015

Músculos que se contraen, tejidos que se trasladan al interior de una piel elástica, movilidad desplazada dentro de fibras orgánicas. Una compleja red de partículas celulares que es interpretada a través de otra red de líneas de sonido, ruido traslúcido que genera capas de notas transversales. Estruendos controlados manualmente que construyen un mapa virtual de movimientos programados, un sistema auditivo de notas y armonías eléctricas. A diferencia del anterior trabajo que conocía de este artista, este comprende largos desarrollos dónde el espacio real se incorpora dentro de este espacio ilusorio, visuales extensas donde los sonidos van cayendo dentro de un arca de polímero, átomos de carbono multiplicados. Robert Crouch es un artista y curador radicado en Los Ángeles quien “trabaja a lo largo de un amplio rango de medios incluyendo fotografía, sonido, instalaciones, video y escultura”, presentándose en diversos lugares y galerías. Es el Director co-fundador de VOLUME, un proyecto curatorial que funciona como catalizador de medios interdisciplinarios incluyendo exhibiciones, conferencias, presentaciones y publicaciones. Además es el curador de LACE, donde organiza el festival de música electrónica Resonant Forms, explorando la relación entre sonido, instalación y video; director del programa artístico del Pasadena Arts Council y curador festival AxS. Su primer trabajo íntegro fue “An Occupied Space” (Dragon’s Eye. 2011), obra que todavía resuena en el aire. Sin embargo, el primer álbum que en este sitio fue cubierto es “Fata Morgana” (Murmur, 2012) [199], junto a Yann Novak. “Como si se tratara de ondas de calor contra ondas de frío, los sonidos, o más bien el sonido, crea una línea divisoria indistinguible: de una nota se pasa a otra pero cuando eso sucede el truco ya ha pasado frente a nuestros oídos, sin saber realmente cuándo aquello ha sucedido… Cuaderno de viaje fragmentado, deconstruyendo la luz, difuminando el color, borrando la imagen, todo a la vez. “Fata Morgana” es un ruido de fondo que impide ver el fondo, ruido que borra los ejes por los que se conduce la música. Este espejismo suele apreciarse por las mañanas, luego de una noche fría, el momento ideal para dejarse acariciar por su aura de ruido confuso”. Impecable trabajo que en su momento estuvo entre lo más destacado según este pequeño espacio.

“Así es como debiese ser hecho. Alójate en un estrato, experimenta con las oportunidades que ofrece, encuentra un lugar ventajoso, encuentra movimientos potenciales de desterritorialización, posibles líneas de vuelo, experiméntalas, produce un flujo de conjunciones por todas partes, prueba un continuo de intensidades segmento por segmento, ten un pequeño plan de nuevas tierras todas las veces”. Deleuze & Guattari, “Mille plateaux”. Conteniendo piezas de provenientes de diferentes creaciones y momentos dentro de un mismo período, pero todas dentro de un concepto similar, unidas por desarrollos enlazados, este trabajo muestra otra forma del ruido, aproximaciones al espacio externo a través de estructuras auditivas que parecen habitar dentro de paredes reales, transmitiendo esa espacialidad, pese a estar dentro de circuitos inaprensibles. Música física que se percibe como tangible dentro de los límites en los cuales se encuentra. Robert Crouch elabora piezas que parecen un estudio sobre el espacio y el movimiento, construyendo sus composiciones con objetos sonoros que emiten golpes dentro de un área restringida. Notas que parecen no tener una disposición determinada, armonías que subyacen bajo una superficie rígida, melodías que se desplazan en un flujo de muchos otros elementos, dentro de una corriente de formas múltiples. “Organs” es una constante de ruidos aislados que se relacionan dentro de un sistema mayor. “Los tres trabajos que constituyen ‘Organs’ fueron seleccionados y editados a partir de un año de grabaciones desarrolladas en colaboración con la coreógrafa y artista Julie Tolentino en 2014. Tres proyectos separados fueron documentados a través de grabaciones de audio de presentaciones y ensayos, así como grabaciones de campo relacionadas. Cada pieza evoca una matriz de encuentros entre un cuerpo específico (o cuerpos) dentro de un contexto único, conduciendo y respondiendo a sonidos, tanto electrónicos como orgánicos. La interacción del suave tejido, nervios, hueso y sangre de los órganos del cuerpo, presionando contra/ dentro/ fuera de tonos sostenidos y expresiones sintéticas del técno-órgano. Cada órgano existe simultáneamente aislado, y es una extensión del otro”. Sonidos que interactúan en una dinámica quieta, “Organs” reúne estas tres piezas que dan cuenta de una serie de trabajos desarrollados junto a Tolentino, movilidad corporal sobre una superficie sólida que se traslada a estas composiciones variables. Tres extensas piezas que contienen pequeños universos propios de figuras que se trasladan hacia un punto distante, trazando líneas en trayectos móviles. En su primera obra ya se podían observar algunos de los recursos empleado por Crouch. Sin embargo, a pesar de estar también presentes acá, en éste álbum la abstracción se convierte en concreción. Probablemente debido a ello se deba la prolongación de estos registros, el tiempo necesario para poder dejar que cada uno de sus elementos se ubique en el plano general. Electrónica concreta y acústica amplia las que confluyen en armonías desplegadas de manera sutil, formas que yacen debajo de la piel de sonidos menos procesados, imágenes que surgen entre los surcos ocultos. ‘Somniloquy’ fue construido usando una grabación de Tolentino “tocando” el órgano roto en la preparación para la presentación de ‘Process(ion)X’ en The Church of the Epiphany”. Veintiún y medio minutos de tonos que permanecen en la atmósfera, como una nube que avanza lentamente hacia el interior; objetos que se arrastran por el suelo áspero y notas que fluyen de la interacción material; metales pesados atraídos por la gravedad y frecuencias tenues influidas por los muros verticales, absorbiendo su carga. “Somniloquy (An Egg): A Choreography Of Emancipation”, un tercio de esta obra que bien podría ser una sola entidad. ‘The Eyes Of Fire’ está basada en una grabación de ‘Drive Your Cart And Plow Over The Bones Of The Dead’, una presentación de nueve horas con Julie Tolentino, Stosh Fila y Robert Crouch en el San Francisco Art Institute, curado por Tania Hammidi”. Veintiocho minutos donde esta vez las formas anteriores quedan enterradas bajo una tela que cubre su visibilidad. Melodías subliminales que se trasladan gradualmente, un brillo eléctrico que emana del lento transcurrir, una luminosidad vaporosa surgiendo de un delgado hilo. Crouch presenta una pieza donde los elementos exteriores se distancian de la visión, envueltos en un tejido fino de fragor digital. ‘The Propaganda of History’ fue desarrollada a partir de una serie de grabaciones hechas durante sesiones de ensayos con Tolentino y Mark Steger, con grabaciones de campo adicionales de los fuegos artificiales del cuatro de julio desde Madison, Wisconsin”. Lo que ocurrió con el segundo registro respecto del primero ahora vuelve a suceder: la electricidad resplandeciente cubre los objetos dispuestos en el espacio, una red homogénea de electrónica leve que se torna más y más densa, logrando que casi la totalidad de los sonidos se confundan en una misma materia que oscila entre movimientos delicados. Un maravilloso cierre para un trabajo que traza una interesante perspectiva sobre la relación del cuerpo, orgánico o no, con el entorno. “The Propaganda Of History”, casi once minutos de ruido sintético.

The interplay of the soft tissue, sinew, bone and blood of the body-organ, pushing against/within/outside the sustained tones and synthetic expressions of the techno-organ. Each organ exists simultaneously alienated from, and an extension of, the other”. Sistemas que se relacionan entre sí, ligamentos que unen cuerpos en movimiento. Ocupando el espacio exterior Robert Crouch hace que este se internalice en un ambiente de sonidos reales y ficticios, elementos incorporados en sus propias dimensiones. “Organs” es un flujo permanente de objetos y notas que interactúan generando un complejo y fascinante paisaje de acústica orgánica y materialidad digital.

www.dragonseyerecordings.com, www.robertcrouch.com


383. Frozen Silence
junio 1, 2015, 2:00 pm
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Frozen Silence

SAKANA HOSOMI + CHIHEI HATAKEYAMA
»Frozen Silence«
WHITE PADDY MOUNTAIN. 2015

Notas cristalizadas, formas interminables que se desplazan por el aire purificado de las costas con miras al océano. Pianos submarinos y cuerdas que parecen delgados hilos de cartílago, una música que es a la vez profunda hasta la ciega oscuridad como leve y vaporosa, de una gravedad que se diluye entre las partículas líquidas. Estas estructuras nacen desde un mismo punto, un lugar al que recurren constantemente, como ejercicios sobre una idea, una misma imagen. Variaciones a partir del ruido congelado, las que admiten diferentes coloraciones transparentes. “Sakana Hosomi además se presenta bajo los nombres de Maju, Neina y Hosomi. Su sonido lleno de detalles orgánicos atrae seguidores de todo el mundo. Su sonido es tan único más allá de toda comparación, y gana una gran credibilidad especialmente de artistas y músicos en Japón. Su actividad como tecladista, arreglador y productor comprende la producción de Akino Arai y Minakumari, arreglos de canciones para Akiko Yano, colaboraciones con Hiroshi Yamaguchi, Hirotaka Shimizu, MIGU, dip, etc. Además ha lanzado numerosos canciones para el sello australiano Extreme y el sello alemán Mille Plateaux. Sy actividad incluye una participación en el proyecto de Ryuichi Sakamoto Kizunaworld, y el lanzamiento de su álbum Tokoshie en Pure Heart Label, producido por Akino Arai”. Lo cierto es que de su obra desconozco casi por completo su contenido, y tan solo tengo mayormente ciertas referencias a través de los espacios en donde sus composiciones han arribado, así como vagos recuerdos de haber oído algo de manera superficial en el pasado. Eso con respecto a la primera mitad de este dúo eventual. Respecto a la otra fracción que completa la unidad ya hemos cubierto de manera relativamente regular parte de su obra más reciente. Por estas páginas han pasado los sonidos de “Alone By The Sea” (White Paddy Mountain, 2013) [320], “It Is, It Isn’t” (White Paddy Mountain, 2014) [327] (junto a Hakobune) y “Winter Storm” (White Paddy Mountain, 2014) [341]. No obstante, el recuerdo más presente es el de dos trabajos que aparecieron recién este año, uno, y a finales de la temporada anterior, el otro. “Mist” (White Paddy Mountain, 2015) [367], “trabajo donde conviven formas diferentes plegadas en un mismo plano de varias capas: aves y notas sintéticas, rastros sobre el suelo húmedo y armonías borrosas, árboles que se mecen y polvo sobre una superficie de audio indefinido, y todas ellas se encuentran dentro de este registro final como en todo este álbum. La fotografía de Masamitsu Magome ilustra de manera precisa las formas que se despliegan en este disco, ese tono verde unido al amarillo desteñido que se confunde con el celeste que ya es gris. Una niebla de sonidos, notas humedecidas. “Mist”, una hermosa bruma acústica”. El otro trabajo es “Too Much Sadness” (Hitorri, 2014), “estática y polvo, manchas de suciedad que se filtran por los surcos, en medio de los canales de materia oscura. Y entre esos espacios, emergen las melodías deterioradas, sumadas a las otras texturas que permanecen en ese mismo estado. “Too Much Sadness” se muestra como una impecable obra, con su belleza triste que brota de los escombros, con las notas agotadas y su ruido espectral que se esparce sobre el suelo, derramando su energía crepuscular sobre un terreno quebrado. Las partículas ínfimas se oyen junto al resto de sonidos, y son una parte esencial del mismo. Y esas notas tiemblan, se estremecen, desplazándose de manera errática, aunque dentro de una cierta línea irregular que se extiende a través de la superficie escarpada. Y las notas vuelven una y otra vez, cansadas ya, dentro de un círculo imperfecto a repetir el ciclo mientras el contacto con la realidad las desgasta en su avance hacia el vacío”. Dos impresionantes álbumes de Chihei Hatakeyama, que amplían aún más su extensa obra, ahora todavía mayor con estas piezas elaboradas junto a Sakana Hosomi.

Publicado el once de marzo de este año, este trabajo aparece en el hogar de Hatakeyama, White Paddy Mountain, el mismo que utiliza para desarrollar de forma uniforme sus creaciones, una empresa que sirve de lugar de exploración de las ideas que navegan por su cabeza, así como la de otros artistas. “Frozen Silence” es un álbum compartido dónde ambas formas de sonido se entrelazan en una misma identidad, incorporando las diferentes habilidades en una idea unificada. Compuesto y mezclado por Sakana Hosomi + Chihei Hatakeyama, masterizado por éste último, este trabajo se compone de grandes piezas de sonido espacioso. Un gran bloque de hielo que se traslada por los mares, notas de ruido ambiental que avanzan de manera pausada por la superficie acuosa, acordes que son más bien el rastro difuso de una configuración más concreta. Estos registros son como estructuras de cristal que fluyen por las corrientes, a veces rompiendo con la intensidad existente mar adentro, insertas en las mareas. “Chihei Hatakeyama unido con el excelente Sakana Sosomi. Este ha publicado muchos trabajos para Mille Plateaux y Extreme, como Maju y neina. ‘Frozen Silence‘’ fue registrado en el estudio de Hosomi y en presentaciones en vivo. Guitarra eléctrica minimalista y sintetizador transformado en un sonido de drone imaginario. Piezas meditativas con lentos sonidos de drone con reminiscencia al sonido de un hielo quebrado. La foto de la portada fue tomada en Islandia por Harumi Shimizu”. Seis piezas en casi cincuenta minutos, seis instantes que exploran resonancias ambientales y espacios amplios, entre una masa extensa de sonidos dilatados. Largos panoramas (no tanto en duración) que habitan al interior de cada una de las composiciones, que las hacen parecer aún más prolongadas de lo que son, armonías quietas que varían levemente desde su centro, estirándose, moldeando el entorno de acuerdo a su movilidad pacífica, a veces removiendo las orillas rocosas. Las notas comienzan a apartarse, melodías estáticas que se desvían hacia el horizonte helado, en dirección hacia las corrientes frías. Pequeños fragmentos intervienen sin alterar la abismante tranquilidad, las formas invariables que descansan sobre la superficie permeable, mientras acordes eléctricos se acomodan en la pasividad sintética. “Frozen Silence” describe las maneras que este trabajo adopta incorporando otras figuras en superficie homogéneas. “A Little Fairy On The Cold Glass” posee una intensidad mayor, esas olas que chocan con los muelles, generando un estruendo mayor, una reunión de sonidos que convergen de manera similar, cómo una red electrificada de líneas invisibles. “Collapsing Huge Glaciers And The Sun” es una hermosa pieza en la cual las notas del piano forman la base desde donde emergen las otras sonoridades, colores obscuros desde la profundidad oceánica que, a medida que avanzan, van adquiriendo un mayor brillo. Un punto de luz proveniente del fondo que emerge hacia la superficie como una estrella refulgente. “Frostwork III”, a pesar de comenzar de manera calmada, luego se intensifica, adquiriendo un intenso calor, como un hielo que quema. Algunos restos permanecen adheridos a “Light Snow”, trozos de roca congelada incrustados en la materia líquida, los que se diluyen finalmente en “In A Cave”, ondas que se expanden en la horizontalidad, luces que se posan sobre sus líneas melódicas, tonalidades blancas sobre un fondo azul claro.

“Minimalistic electric guitar and synth transformed to imaginary drone sound. Meditative piece with a slow drone sounds is reminiscent of the sound of broken ice sounds”. Acordes que se trasladan con lentitud sobre el mar, cristales de sonido que avanzan con una enorme quietud entre las rutas acuosas, olas que colisionan con las costas erosionando su exterior sólido. Chihei Hatakeyama y Sakana Hosomi crean “Frozen Silence”, una obra que permanece como una imagen en movimiento lento de las frías corrientes marinas, ruidos estáticos en mitad de los continentes líquidos.

www.whitepaddymountain.tumblr.com, www.sknhsm.blogspot.jp, www.chihei.org


382. Can You Prove I Was Born
junio 1, 2015, 12:20 pm
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Shuttle358 02

Can You Prove I Was Born

SHUTTLE358
»Can You Prove I Was Born«
12K. 2015

Líneas de estruendo que resplandecen en mitad de un territorio abierto, melodías que brillan como espigas de cristal en medio de un campo extendido, perlas de sonido digitalizado que parecen ser recolectadas entre la naturaleza silvestre. Formas acústicas y estructuras artificiales que se entrelazan para generar una música que transcurre de manera espontánea, sensaciones de tonos desgastados que colorean sueños de días cálidos, imágenes de otoños floridos. Piezas orgánicas ensambladas a través de circuitos eléctricos que recrean panoramas de la vida en las afueras de la ciudad, al interior de los bosques, a lo largo de los prados. Desde puntos en un gráfico iluminado por una pantalla comienzan a emerger datos, pequeñas luces que emiten señales codificadas las que se transforman en imágenes que luego serán armonías minúsculas, acordes esquematizados en vectores que conforman hermosas composiciones de ruido digital. Archivos encriptados que dan cuenta de paisajes verdes y amarillo, hojas vivas y flores muertas que cubren el suelo todavía húmedo por el baño de la mañana, una vegetación que envuelve la superficie irregular, con delgadas hebras de fibra óptica como rayos de sol penetrando su soberanía infranqueable, su inhóspito reinado de pequeños insectos. “Shuttle358 es el apodo del artista nativo de California Dan Abrams, quien claramente uno de los artistas más admirados y misteriosos de 12k. Algunos señalan que su trabajo fue responsable de humanizar el movimiento del microsonido de comienzos del 2000, y ciertamente lo hizo. El tomó el computador como un instrumento y lo hizo hermoso y personal, esculpiendo un lugar único para el mismo, entre otros artistas. Después de diez años este otoño veremos el lanzamiento de un nuevo álbum de Shuttle358. Los fans de su música inmediatamente reconocerán el sonido, pero no es solo más de lo mismo. El álbum, ahora solo conocido como CYPIWB está resultando una evolución de su marca de minimalismo sintético en un viaje análogo más místico, más profundo…”. Dan Abrams, a pesar de tener un álbum bajo su nombre propio –“Stream” (Mille Plateaux, 2001)–, y otro con el alias de Fenton –“Pup” (Plop, 2006)–, es con Shuttle358 con quien es ampliamente reconocido. Primero fue una pista para el recopilatorio “.aiff” (12k, 1999), seguido inmediatamente, también en número de catálogo, por “Optimal.lp” (12k, 1999). Más tarde vendrían otros trabajos como el impresionante “Frame” (12k, 2000), “Understanding Wildlife” (Mille Plateaux, 2002) y “Chessa” (12k, 2004). Después de eso, un largo silencio solo interrumpido por reediciones digitales por parte de 12k de su obra y, el año pasado, “CYPIWB/12”Lmtd” (12k, 2014), todos adelantando el retorno en gloria de este proyecto de electrónica de interiores.

Habiendo pasado más de una década de su último trabajo con este nombre, Dan regresa con una obra que nos devuelve la fe en una producción creada mayormente con recursos artificiales, a la vez que incorpora otras fuentes a su matriz de sonido. Estos nuevos registros del músico norteamericano suponen una brisa fresca que sopla desde nuestro hemisferio opuesto, una colección de grabaciones generadas en el interior de una máquina, dentro de circuitos y conductos por donde la energía transita de manera misteriosa, un cableado eléctrico y neuronal que confluye en unas pistas de aspecto herbario, de un brillo solar. Una oportunidad más dejarse arrastrar por la brisa que desciende de las montañas hasta derribar el cuerpo sobre el terreno esponjoso, dejarse acariciar por melodías de azúcar que cubren de calorías las suaves mareas ambientales. La espera ha sido enorme, una distancia gigante considerando la manera cómo opera el mundo hoy, con millones de descargas por segundo que muchas veces no logran llenar ningún espacio, más bien ahondan el vacío. Permitiendo que el sonido se desarrolle de manera tranquila Abrams ha ido confeccionando estas canciones hasta que todas tengan una forma similar, distanciadas en las terminaciones. “Can You Prove I Was Born” son hermosas piezas de electrónica sutil, imágenes resplandecientes que se multiplican en un espejo que distorsiona de forma mágica sus contornos. “Creado y masterizado para vinilo con un artwork presentando a la fotógrafa polaca Ada Augustyniak, cuyos paisajes forestales hacen eco de los motivos cósmicos del álbum. La cubierta está impresa hermosamente en papel grueso con incrustación en papel aluminio, y la impresión es en vinilo virgen de 180g.”. Una presentación impecable, un diseño perfecto de este uno de los pocos vinilos publicados por 12k, cuidado en cada detalle desarrollado de manera sobria, desde la cubierta, el material, la fuente (casi siempre fiel a DIN, como este caso) hasta la funda negra, una edición limitada de 500 copias para estos surcos oscuros. En el interior, trazos ambientales dibujados en el aire que se difuminan lentamente, como aerosol que se pierde en la atmósfera dejando tras suyo un rastro de partículas químicas. Un sonido nítido en su origen que se tergiversa en una curva impredecible, estructuras que se erosionan con el clima y que permiten crecer flores en sus grietas. Tomando como referencia sus trabajos anteriores, pero modificando su apariencia, Abrams arma una obra donde destacan por sobre todo las melodías, motivos delicados que sirven de sistema para los demás mantos auditivos, todos plegados en unidades indivisibles. Líneas melódicas que se ven rodeadas por un recubrimiento de pintura desgastada que, en cierta manera, realza su belleza, dándole una mayor significado quizá. No obstante, esos otros elementos también poseen su encanto propio, ahí donde su figura parece deteriorada, donde su acabado no es perfecto. Grabaciones accidentales que cubren una musicalidad esplendorosa, loops que viajan en una elipsis a través del tiempo, acordes que se desplazan por la tierra recién inundada por la lluvia, absorbiendo la humedad y sus manchas orgánicas. “Con los días del minimalismo sintético desvaneciéndose en el horizonte en nuestro retrovisor, nos remontamos a donde ‘Chess’ lo dejó. En su más audaz y experimental trabajo hasta ahora, Shuttle358 (el músico de California Dan Abrams) te lleva a una altamente inmersiva combinación de loops cinemáticos que se encuentran con cálidas presentaciones análogas, fragmentos de carretes de hace mucho tiempo de cintas de mellotron, cuerdas de piano arrancadas, brumosas guitarras procesadas con reminiscencia al proyecto de Abrams Fenton, y grabaciones de campo bajo las estrellas. El primero de muchos diferentes trabajos futuros de uno de los más venerados y respetados artistas de 12k, el largamente esperado nuevo álbum de Shuttle358 ‘Can You Prove I Was Born’ es un melancólico cuento para antes de dormir; un aura familiar. Una cinta de Möbius”. Shuttle358 arma un trabajo que destella aún en el lugar más sombrío, una luz y un reflejo dorado sobre los campos y para ello utiliza una serie de recursos sonoros, herramientas manuales que luego atraviesan una red extensa de circuitos, para generar rastros de electrónica orgánica, inteligencia artificial que le da un nuevo sentido a los componentes artesanales. “Can You Prove I Was Born” se compone de diez piezas, cada una con una identidad propia y un lazo común, un hilo que une sus figuras geométricas, un aspecto semejante que une una esquina con la otra, ángulos adyacentes separados por la línea que divide los bucólicos panoramas. Millones de colores comienzan a formar un arco iris que se va tornando lentamente más y más anaranjada, notas que parecen en realidad una única nota que va tomando la forma de una órbita, iluminación sobre un paraje frondoso de hojas y hierba, un viaje a gran velocidad contenido en minutos, comprimiendo el tiempo, ralentizando las horas en segundos. “Can You Prove I Was Born” posee todas las características de este trabajo, las melodías de oro que se derriten por un calor inmenso, la bruma ambiental de partículas de polvo que envuelve la estructura de la canción, esas figuras que se pierden por la ola estival, la suavidad de las praderas recién emergiendo del suelo, la humedad exterior. Sin embargo, lo que parecía un momento inmejorable es solo un episodio más. Apenas se acaba esa pieza surge otra igualmente esplendorosa. “Imaginary Other” nace de fragmentos infinitos de metal cristalizado golpeando una superficie de plástico, una explosión infinita que se disuelve en las cuerdas de una guitarra procesada. Las ínfimas moléculas de sonido se filtran por las fisuras de “Meteor Heart”, junto a su rítmica indecisa, olas que marean los sentidos, como una marea real, casi idéntico a “Paper Wings”, la belleza de un bucle inagotable moviéndose entre cuerdas extenuadas. Estos cuatro registros cierran la cara A del álbum, algo más extensas que en su opuesto. El ruido de “Burrowed Vows” proviene de la madera quemada, un incendio que irradia una energía envolvente. Las armonías mágicas de “Bent, And Swallowed, And Opened Again”, el ritmo oculto en los arbustos de “Dirty Sunkiss” y los acordes que se amplifican, se multiplican, “Prisms” y su reflejo nítido como una pared de vidrio transparente, la quietud de “A Ground Without A Figure”, un mantra estático que se vuelve extático, las voces anónimas en “Years Later”, field recordings en mitad de las ondas aturdidas. Un sonido derrotado por el resplandor astral, un ruido análogo destrozado, desplomado en el césped verde, cubierto por rayos solares.

“Shuttle358 pulls you into a highly immersive blend of cinematic loops met with warm analogue performances… A melancholic bedtime story; a familiar aura. A mobius strip”. Shuttle358 invita a un viaje donde las armonías se forman por puntos estelares, estructuras en el firmamento que reflectan en los prados, flores resplandecientes, campos que brillan por la luz horizontal. Dan Abrams crea con esta obra paisajes luminosos de una hermosa arquitectura análoga, filtrados por tramas eléctricas. “Can You Prove I Was Born”, ruido dorado y polvo de estrellas que colisionan formando una hermosa ilusión de electrónica acústica.

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381. Moonlit Invocations
junio 1, 2015, 12:10 pm
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Moonlit Invocations

FJORDNE
»Moonlit Invocations«
WHITE PADDY MOUNTAIN. 2015

Iluminado por la luna. Una puesta de sol que queda atrás dando paso a un alumbrado más tenue, luz blanca azulada que solo cubre de energía algunas secciones, segmentos apenas visibles por ese reflejo pálido que es la repetición lejana del resplandor solar sobre la superficie lunar. En ese instante suceden acordes con una rítmica distinta, un patrón diferente, una cadencia que si bien conserva distancias distinguibles posee unas separaciones interiores que aparentan carecer de lógica, movimientos dispares que seducen por su geometría irregular. Armonías libres y caídas vertiginosas, transiciones sobre una tela oscura que se deslizan con suavidad, melodías de seda en medio de la oscuridad. Notas que parpadean levemente en pasillos cubiertos de sombras, belleza urdida en hebras finas y una trama gruesa en su fondo, cintas gastadas solo en su superficie como su fuesen láminas de bronce manchadas aisladamente de color humedad, cuerdas que han perdido parte de su elasticidad originaria, loops minúsculos de sintonías inmarchitables. De todas esas figuras, al amparo de la nocturnidad, cubierto por las sombras diagonales, surgen sonidos restaurados, formas angulares que tiritan en la madrugada con su resplandor opaco y su belleza en blanco y en negro, escenas robadas de filmes olvidados en alguna sala derrumbada, proyectadas frente a una audiencia fantasma, un ruido gris de delicadas y elegante tono espectral. “Radicado en Tokio, Fjordne es el proyecto solista de Fujimoto Shunichiro, nacido en 1980. Enfocado en dos conceptos, ‘textura de sonido’ y ‘tiempo trenzado’, el utiliza una variedad de instrumentos acústicos y transforma sus sonidos en un nuevo espacio de tiempo usando su laptop. Dentro de un año en 2008 Fjordne publicó tres álbumes ‘Unmoving’ (Bélgica), ‘The Last 3 Days Of Time’ (Estados Unidos) y ‘Stories Apart From The World’ (Japón). Este fue seguido por el EP ‘Light Passes On Through A Layer’ (Francia) antes de su cuarto álbum ‘The Setting Sun’ (Singapur) el cual fue lanzado en agosto de 2009”. Una serie de trabajos esparcidos por el mundo, Fjordne inicia su trayecto con “Unmoving” (u-cover, 2007), al que rápidamente siguieron unos cuantos trabajos, “The Last 3 Days Of Time” (Dynamophone, 2008) y “Stories Apart From The World” (Ryoondo Tea, 2008), hasta llegar a la editorial asiática donde publica dos hermosas obras, primero “The Setting Sun” (Kitchen. Label, 2009) y recientemente, en realidad hace cuatro años ya, “Charles Rendition” (Kitchen. Label, 2011), una colección de breves piezas que poseen un frágil aroma. Luego de eso, un descanso donde sus nuevas composiciones tomaron forma hasta terminar en un nuevo álbum de tersos sonidos.

Registrado a lo largo de un tiempo prolongado, Fjordne entrega una nueva colección de canciones, esta vez publicada a través del label de Chihei Hatakeyama White Paddy Mountain. Piezas que se nutren de los esquemas del jazz para forjar diamantes oscuros de un acabado reluciente, una referencia para desarrollar múltiples esquinas del sonido dentro de una misma atmósfera repleta de humo y movilidad aletargada, ritmos adormecidos que poseen una métrica única e irrepetible, trazos instrumentales que parecen voces de metal transitando de manera libre por los surcos invisibles. Ritmos y líneas auditivas enlazados por medio de alambres que unen sus puntos, intersecciones de ruido plateado trasladándose por las vías de la noche y el asfalto frío, las horas frías y el calor del movimiento. “Moonlit Invocations” contiene piezas de exquisita figura, notas que deambulan de manera dócil por las partituras, estructuras maleables que se acomodan a las vibraciones sonoras, un flujo plácido de instrumentos que construyen pausadamente cada uno de estos escenarios donde la visión parece desenfocada y fuera de tiempo. Toda estas secuencias muestran una belleza ya desaparecida, el retrato de una realidad pasada de moda, una moda que conserva su encanto pese al paso de las estaciones, ajena al avance de las décadas, displicente a ellas, indiferente al progreso. “Fjordne lanza su sexto álbum ‘Moonlit Invocations’ en White Paddy Mountain. Este trabajo ha sido producido durante los últimos tres años. ‘Moonlit Invocations’ está expresado con asombro a todo el mundo, incluyendo la belleza y la fealdad. Se enfoca en este álbum en piano jazz contra un giro de un campo de sutil electrónica. ‘Moonlit Invocations’ es un homenaje al jazz de los sesenta. Densas estructuras y hermosas melodías crean una profundidad en sus composiciones y además un profundo sentido de lo personal. Esta vez los colores del sólo de piano son más íntimos, apuntados en una evocativa perfección con cada beat de samples de discos de jazz de los sesenta trayendo su propia textura. Este álbum no solo promete un regalo aural sino que una experiencia visual dentro de un laberinto”. Compuesto y mezclado por Fjordne, masterizado después por Chihei Hatakeyama, este album el cual presenta un artwork de Satoshi Ogawa, y que fue publicado en mayo de este año, incluye nueve rastros donde explora diferentes lados de una sonoridad similar, movimientos ondulares que se dejan caer sobre la superficie con gracia y distinción, piezas de un transitar refinado que se balancean sobre el acero velado. Parecen muestras de grabaciones antiguas, y en realidad son registros nuevos que miran a través del retrovisor al pasado, imaginando cuadros de una acción que ya parecía enmarcada. Cuerpos de sonido que se estiran, músculos que se contraen generando golpes precisos, acordes que flotan en el ambiente denso, estruendos que cruzan una trama sintética, detenciones dentro de la panorámica narcótica. Existe una pauta distinguible, un cierto sentido abordable, pero dentro de él las formas se extravían. Loop imperfecto, metales que se desvanecen, cuerdas de piano que sufren espasmos, ritmos rotos, y una melodía que surge de la unión de todos estos ángulos. “Cloiste”, la belleza en ébano, una marea oscura que oscila en mitad de la noche, cuando solo las almas perdidas están despiertas. La leve intensidad inicial se desvía hacia la tranquilidad de “Rejoice; Moon” y esas caídas tan suaves, y esa guitarra eléctrica que parece aullar dentro de una jaula que comprime su grito desgarrado. “Glati”, y en parte “Reverends”, posee esa cadencia rota tan marcada, impredecible, entre las armonías de viento y la lluvia que es un sonido más que aparece de modo aleatorio, mientras que “Autumn; Wind” multiplica las láminas de bronce creando una explosión de minerales con las gotas del piano de fondo. Incluso parecen robar ciertos diálogos de algún archivo emterrado, primero incorporándolo en la dinámica “Coenbiac”, luego en la romántica “Capsella”, parecida a “Forseen Licht”. “Behind Exquisite, Tragic” cierra este trabajo con una reposada composición donde la movilidad es vencida por la dilación, una casi ausencia de ritmos en favor de la hipnótica melodía iluminada por un resplandor tenue, voces que parecen fantasmas emergiendo en medio de una caja de música, en medio de los engranajes de música nocturna.

“He focused piano jazz on this album against the twist of a field of subtle electronics”. Utilizando sonidos propios y acordes prestados del pasado Fjordne estructura registros que resplandecen en la madrugada. “Moonlit Invocations” y sus cadencias enrevesadas invocan a las horas apagadas para extender su reflejo de plata, metales que estremecen generando temblores y armonías tenues, armonías escalonadas transitando entre pausas hipnóticas. Fujimoto Shunichiro crea una delicada obra de jazz y ambientes grises, melodías iluminadas por un brillo blanco índigo, pálidos reflejos de acústica opaca.

www.whitepaddymountain.tumblr.com, www.chiheihatakeyama.bandcamp.com, www.fjordne.com, www.fjordne.tumblr.com


380. Moon Ate The Dark II
junio 1, 2015, 12:00 pm
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Moon Ate The Dark II

MOON ATE THE DARK
»Moon Ate The Dark II«
SONIC PIECES. 2015

Parece ayer pero, sin embargo, ya han pasado varias estaciones desde que las primeras sonoridades colectivas fueron reveladas a la luz del día, escapando de su refugio nocturno. Después de muchos días, incontables horas, vuelven a surgir desde su nido nuevas composiciones donde las notas se dejan caer con una asombrosa suavidad, con un carácter más claro que antes, aunque el tono sombrío terminará por vencer al resplandor. Melodías espaciadas incrustadas por pequeños detalles, trazos largos atravesados por hermosas líneas de sonido, una abstracción del tiempo que transporta el cuerpo a otro espacio, a otro lugar. Esquemas complejos presentados de manera sencilla, armonías tersas que se deslizan con delicadeza entre medio del entramado digital, acústica apacible cuando el día se recuesta. Moon Ate The Dark son Anna Rose Carter y Christopher Bailey, ella de Gales y el de Canadá. Ella tiene unas cuantas publicaciones (Dedicated, Schedios, Rural Colours), básicamente una colaboración con Pleq y un par de trabajos cortos reunidos en “Anna Rose” (2010). Eso de manera más individual, pues en agosto de 2011 se reúne con Bailey para grabar unas partituras que venían trabajado desde hace un tiempo. El resultado de esas dos sesiones es “Moon Ate The Dark” (Sonic Pieces, 2012) [198], álbum donde los esquemas dibujados por Anna se mueven en medio de las sobrias estructuras eléctricas de Christopher. “La habilidad de Anna sosteniendo las notas con delicadeza en el piano salta a la vista, a los que se suma la habilidad para trabajar en las sombras de Christopher, creando una perfecta dualidad de personalidades musicales, que buscan la creación en la contraposición. El nombre de este proyecto posee además unas connotaciones noctámbulas, y es precisamente a las horas bajas del día es a las que se remiten sus sonoridades, emparentándose con la oscuridad, no en un sentido oscurantista, sino de una cierta tranquilidad algo perturbadora, en la que, como ocurre en la noche, el silencio reina más que en su opuesto lumínico… Es en la madrugada cuando la única luz es la de nuestro único cuerpo celeste, y es en ella cuando todo se hace más lento, donde las estridencias interrumpen la quietud natural. Las canciones de “Moon Ate The Dark” son en gran medida igualmente respetuosas, considerando que esos son las horas de descanso del mundo… Los cuidados tratamientos de Anna Rose, perfectos y precisos se enfrentan a los tratamientos de Christopher quien, jugando con los micrófonos, pedales y amplificadores, devuelve el sonido nocturno de las cuerdas del piano en tintes más opacos, en ocasiones de un negro profundo. Es en esos momentos en que la luz oscura parece imperar en “Moon Ate The Dark”. Pero en el resto de las piezas, cuando la sensibilidad en lo absoluto ordinaria reina es Carter quien vence a Bailey. Al final, todos resultamos vencidos ante el poder seductor de las sombras y la belleza que descansa entre los silencios”.

Después de aquel álbum debut homónimo solo hubieron un registro como parte de “Hibernate / Home Normal At The Vortex, 22/03/13” (Hibernate–Home Normal, 2013) y el 8” “Molt And Grow” (Brian, 2013), grabaciones desperdigadas que ahora tienen una continuidad más completa con esta segunda obra, tres años después. Nuevamente estas canciones tienen una edición material gracias a Sonic Pieces, con un diseño idéntico al anterior solo que invirtiendo los colores (ahora predominando el azul sobre el rojo), con una imagen, pintura, de Kassandra Lynn Jensen. “Moon Ate The Dark II”, ocho nuevas piezas en las que de otra vez podemos presenciar la habilidad de Carter en el piano, sus acordes navegando en la delicada trama urdida por Bailey, un actor austero moviendo los hilos. “Con su segundo álbum Moon Ate The Dark está dando el siguiente paso en la composición contemporánea con piano. Continuando su bien recibido álbum debut de 2012, ‘Moon Ate The Dark II’ se basa en un extraordinariamente alegre y variado acercamiento a melodías y drones, con una dedicación a sutiles y a la vez complejos detalles. La combinación de la interpretación de Anna Rose Carter en el piano, violín y teclado, y la electrónica, amplificación así como órganos y sintetizadores de Christopher Bailey crean algo que es menos sombrío que su primer álbum, en favor de un más melódico, aún reflexivo, esfuerzo, que logra moverse virtuosamente en la delgada línea de la nostalgia y el optimismo”. Paisajes evocadores, una conmovedora mirada hacia el exterior desde una ventana pequeña. Las cuerdas del piano son quienes forman la estructura de este trabajo, cuerdas que son impulsadas levemente para generar emociones desde la introspección, notas que se arrastran por la superficie con una gran sutilidad. En medio de esas redes se adhieren otras formas de sonido, conservando la serenidad, aún en los instantes donde aparece una cierta suciedad, incluso cuando predomina sobre las siluetas orgánicas. Si bien existen un determinado ánimo más optimista que en su disco anterior, ese brillo a medida que avanzan los minutos se va tornando sombras, como una obra que nace en el atardecer y acaba en la madrugada, un tono más oscuro que se apodera de la música. “Mientras que las piezas breves de este registro se basan principalmente en vivaces melodías de piano completadas con efectivos componentes electrónicos, la atenta “Sleepy Vipers” arrastra al oyente dentro de drones y un violín que con un ritmo lento crean una cautivadora marca alta dentro de las grabaciones del dúo, subrayada por una excelente producción que agarra al oyente hasta las últimas notas de la maravillosa pieza final “Lo”. ‘Moon Ate The Dark II’ es un impresionante logro y una evidencia de cuán divertido un encuentro de dos partes puede ser si se combinan tan perfectamente como acá”. Una cámara oscura parece ser el lugar a partir de donde resuenan las primeras formas, acordes que comienzan a irradiarse desde el mutismo, acordes sigilosos de no entorpecer la quietud de la oscuridad, bellas armonías que tienen como fondo un tímido ruido, el ambiente externo que se escapa hasta incorporarse en su partitura. Y, de pronto, objetos caen sobre el piano, estruendos ínfimos que se trasladan por el suelo, todo quebrado por una nota final y su extenso eco. Todo en poco más de cuatro minutos: “Bashy”. “If Vanishing” comienza con una cierta rapidez, la que luego se diluye en favor de una rítmica más pausada, una tristeza que transcurre entre una ligeramente densa nube de electricidad. “Little Girl Liquid” es una composición sintética que utiliza los sonidos acústicos, armando un puzzle dinámico de puntos que se mueven constantemente, algo parecido a “Ventricles”, con esa atmósfera algo borrosa que la envuelve. “Verse Porous Verse” posee una enorme vivacidad, una intensidad que avanza con un paso acelerado, intensidad absorbida por las masas frías que surgen de los sintetizadores. “Sleepy Vipers” incorpora todos los elementos previos, sumando el cello de Carys Davies, cayendo en la nocturnidad, una serie se capas sonoras que forman una panorámica azul oscuro. “Hush-maker” es quizás la más desnuda de todas, una hermosa pieza de intimidad acústica. “Lo” repite con Davies, de un modo diferente, conservando esa tonalidad opaca.

“The thin line of nostalgia and optimism”. Más inclinado a lo primero que a lo segundo, este nuevo trabajo de Moon Ate The Dark recoge composiciones que nacen en la luz pero lentamente descienden adquiriendo un carácter más velado. “Moon Ate The Dark II” transita entre movimientos vivaces e intervalos un tanto entristecidas, una luz diáfana que se convierte en delicadas pausas, acústica melancólica de leves estruendos tersos.

www.sonicpieces.com, www.moonatethedark.com