Hawái.


349. Sans repères + The Lost View
noviembre 1, 2014, 12:20 pm
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France Jobin

The  Lost View + Sans repères 02

FRANCE JOBIN
»Sans repères«
NAKAO SHO
»The Lost View«
POPMUZIK. 2014

Sans repères. Sin prácticamente ninguna referencia a la que poder atarse, sin punto alguno al que poderse afirmar más que la forma en unos sonidos ignorados se presentan. Atravesar a través de los canales por los cuales circula la información virtual puede ser una actividad muy tediosa como también estimulante. Siempre me ha parecido interesante la forma como esa información se expone, a veces incluso más que el contenido mismo. La estética de la materia, la forma sobre el fondo. Resulta fascinante ver el orden de las cosas, líneas de separación y textos en tamaño reducido que exteriorizan datos comprimidos. A veces uno puede perderse dentro de ese espacio de ceros y unos, sentirse absorto en la belleza del diseño en HTML. En uno de esos instantes pude descubrir un pequeño sello que solo contenía escasa información acerca de los sonidos que él se albergaban y, más importante, las imágenes de cómo esas notas se expresaban en forma real, una aproximación en representación hexadecimal de un hermoso ruido. Y volvemos a la realidad. Popmuzik es una plataforma con sede en Fukuoka, Japón, que operó también como tienda de discos y además como productora de eventos organizando varias presentaciones de interesantes artistas. Sin embargo, es ahora recién que se aplica a la publicación de ediciones propias. Así es como aparecen sus primeras dos impresiones en formato vinilo y en tiradas limitadas. Dos trabajos donde la belleza exterior se encuentra en concordancia con la belleza que se extrae de los oscuros surcos.

France Jobin es una artista canadiense que antes solía publicar sus trabajos bajo el nombre de I8U, una historia desarrollada por más de diez años. La compositora de Montreal decide hace no mucho tiempo atrás descubrir su nombre y dejar de estar escondida bajo esa otra identidad. De esa manera es como aparece “Valence” (LINE, 2011) [184] y, recientemente, “The Illusion Of Infinitesimal” (Baskaru, 2014) [326], “donde la artista se encierra todavía más en las panorámicas silenciosas… Tres piezas, tres prolongados desarrollos de minimalismo electrónico y ruido ambiental reducido a su expresión más esencial… El universo sonoro de Jobin se concentra en sí mismo, una instrospección que limita lo más posible cualquier estridencia, dejando que las explosiones de sonido se conviertan en implosiones… ‘The Illusion Of Infinitesimal’, estas composiciones de France Jobin conforman una enorme obra de ruido digital estático, la ilusión de la quietud en manchas minúsculas y notas que se desvanecen en el silencio”. En este su tercer trabajo de esta nueva etapa de su trayecto artístico Jobin despliega y ordena sonidos recolectados de forma natural, un trabajo que amplía aún más los límites de su obra, dejando el silencio por la quietud y el estruendo contenido de armonías de formas imprecisas. Sans repères / sin referencia. Un trabajo que tiene la forma de 12 pulgadas, la belleza a 33 y un tercio de revoluciones por minuto, una obra presentada impecablemente con una fotografía de Eri Makita en la portada y con un elegante diseño a cargo de Keiji Tanaka en cartón color naranja en su interior. “Sans repères”, popmuzik02, la segunda referencia de este nuevo label de música panorámica es una obra hecha desde registros externos los que son procesados para dar existencia a dos prolongados desarrollos de una música fascinante. “Grabaciones de campo en Fukuoka y Yanagawa durante un paseo en bote en sus canales. Creado enteramente con grabaciones de campo reunidas mientras estaba de gira en Japón, ‘Sans repères’ explora las posibilidades llevadas a cabo en la ausencia de absolutos puntos de referencia”. Lo que fue recogido junto al agua quieta al pasar por el proceso aplicado por la artista canadiense resulta en pausados desarrollos de energía estática, electrónica brillante que recompone el sonido natural y lo transforma en armonías digitales. La raíz original de esta música espontánea queda escondida detrás del sistema de pulsos y unidades binarias, líneas ocultas de ruido que se transforman en tratamientos lumínicos de notas y espacios amplios. Lo cierto es que de las formas primeras solo quedan rastros borrosos. El procedimiento aplicado sobre la materia prima que sirve de base a estas composiciones se reduce a una idea e impresiones abstractas, separando sus átomos en fragmentos que luego son esparcidos sobre un lienzo blanco de partículas de luz y acordes decimales extendidos. Dos notas, apenas seis segundos que desaparecen en el vacío. Un silencio, apenas un segundo, incluso una fracción de él. Una melodía interrumpida, un loop que se propaga con su pureza imperfecta hasta que el espacio que separa una porción de otra queda reducido a cero. “Sans repères”, y la música que se va formando de manera imperceptible, las variaciones que se desarrollan de forma invisible. Un ruido intangible que adquiere tonos diferentes conforme hay más presencia de luz. Hasta que ocurre un quiebre, un instante donde sobre ese lienzo cae polvo de estrellas generando nudos repetitivos de partículas ásperas. La belleza de la imperfección que más tarde se convertirá en hilos de electrónica inmaterial y después en un estruendo abrasivo. Casi veinte minutos de una música gloriosa. “Sans repères” tiene una estructura similar. Sin embargo, los matices hacen que sea una obra nueva dentro de su uniformidad. Fragmentos entrelazados creando un bucle interminable que termina por ser cubierto por la densidad desvanecida de las armonías sintéticas que se vuelven en superficies impolutas con pequeñas manchas de ruido, los restos del polvo estelar que cubren esta otra cara, la arena del río que traspasa la naturaleza fluvial hasta la naturaleza artificial. Al final solo quedarán los remanentes, partículas digitales que envuelven el terreno vectorizado.‘Sans repères’ explores the possibilities brought forth in the absence of absolute points of reference”. Sintetizando las bondades que presentaban sus creaciones anteriores, este trabajo utiliza como punto de partida unas grabaciones de las cuales solo quedan su materia más pura, una materia física que se convierte en una substancia intangible y una música de delicadeza variable. “Sans repères”, una obra surgida desde la belleza análoga que luego de un fascinante proceso desplegado por France Jobin culmina en hermosas piezas de ruido digital y notas transparentes.

Nakao Sho es un artista sonoro japonés nacido en Nagasaki en 1982 cuya primera presentación fue acompañando a SND / NHK en su gira por Japón en 2012. Más tarde otros conciertos teniendo como compañeros en el cartel a Sylvain Chauveau, i8u y Ken Ikeda, y también un tour formando un dúo con Kenta Inamasu. “He makes ambient drone, cool!! & deep!! His sound was processed by laptop, guitar & synthesizer sampling”. Poco y nada más es lo que se puede acceder desde este lado del mundo sobre la historia y el desarrollo creativo de quien es el responsable de iniciar con su trabajo este sello ubicado en el norte de la Isla de Kyushu y dirigido por Shuhei Miyagi. “The Lost View”, popmuzik02, publicado igualmente en formato LP de 180 gramos, dentro de un cartón gris por fuera y celeste por dentro con una hermosa fotografía de Ippei Okuda que ocupa gran parte del espacio cuadrado, y la información expresada en Aptifer Slab, de nuevo un diseño impecable de Keiji Tanaka. Ante la ausencia de mayores antecedentes solo queda sumergirse en el mar de sonidos y datos encriptados. “The Lost View”, la primera publicación de Nakao Sho, son solo tres composiciones esparcidas en las dos caras del vinilo, donde las texturas electrónicas muestran distintos tonos y formas. Delgados hilos van formando estas estructuras de música sintética, tejidos delicados de luz y energía invisible que adquieren una dimensión real. Son como mapas móviles y números codificados que se desplazan en un plano generando un ruido frágil. Esta obra, a pesar de tener ese carácter, o quizá justamente debido a ello, se presenta como un cuidadoso trabajo donde se observa una pulcritud en cada fracción de segundo y donde cada elemento se encuentra en el sitio exacto. Pareciera que estas piezas se vienen desarrollando desde hace tiempo, pulidas hasta que cada explosión, por ínfima que esta sea, ocurre cuando tiene que ocurrir. Notas que se desvanecen dentro del océano quieto de acordes y filamentos de sonido, melodías que se pierden en si mismas y en la cartografía de segmentos dibujados computacionalmente, una maravillosa confusión de datos que adquieren coherencia unidos por un hilo inapreciable. Empleando herramientas construidas con circuitos eléctricos Nakao Sho arma estos registros de igual naturaleza, rastros de brillo eléctrico sobre un plano de tono melancólico: hay una cierta tristeza que corre en estos surcos, aún cuando esta esté cubierta con un velo artificial. “Wall” ocupa toda la cara A del disco, diecinueve minutos de variaciones leves sobre una sonoridad homogénea, una tela fina hecha de secciones de estruendos minúsculos, una linealidad que se renueva cada ciertos tramos, con pequeñas explosiones que resultan imperceptibles dentro de la multiplicidad de fragmentos de audio, diminutos cristales de incandescencia que colisionan generando esas detonaciones de ruido. En la relativa inmensidad de “Wall” la quietud tonal se contrarresta con estos mínimos detalles de sonido que parecen enquistarse en el desarrollo amplio de coloración sombría, incrustaciones fulgurantes en la materialidad opaca, metal translúcido al interior de un mineral oscuro. El reverso de esta primera parte presenta dos piezas, ambas igual de resplandecientes, de ocho minutos cada una. “In” conserva ese carácter de brillantez en medio del metal, solo que el mayor reflejo se produce con el movimiento de las cuerdas vocales. Es la voz de Kenta Inamasu la que se filtra por los estrechos conductos de esta canción. Las fracciones de sonidos escarpados se pierden en la gris nostalgia electrónica, formas abruptas que se allanan por la radiación, un fuego interno que a su vez se ve suavizado por voz de seda de Kenta Inamasu. Apenas se distinguen dos notas que decaen en el clima nocturno de esta pieza. Al segundo quiebre es que las palabras se cuelan con su romanticismo de color ceniza. A veces parece que siguieran cuerdas diferentes, confluyendo en un punto vago: son esas formas imprecisas, las notas evaporadas, el mareo que afecta al sonido y a las palabras que provoca un efecto extraño que hacen a uno caer en su belleza crepuscular. “Float”, más momentos para desplomarse en el fulgor de notas y acordes eléctricos. En las horas bajas del día se desarrollan estos minutos de calma, la movilidad estática y la reverberación tenue. Capas ligeras de estridencias suaves que tiemblan en la noche, estrellas tristes que tiritan. Las delgadas fibras que conforman las estructuras de audio delicado de este álbum crean una música que se pierde en el espacio externo. Sin embargo, el brillo interno y las notas pálidas permanecen emitiendo un reflejo de luz invisible cuando el día se vuelve sombra. Se conoce como irisación al vislumbre que se produce en las láminas delgadas de los metales cuando, candentes, se pasan por el agua. Las tres piezas de “The Lost View” parecieran producir un efecto similar, un resplandor tenue, a veces incandescente, de películas de un diáfano metal que atraviesan una materia de naturaleza diferente. Nakao Sho estructura en esta obra un sonido fragmentado y homogéneo de ruido opaco y claridad transparente, la belleza inagotable de una luminiscencia crepuscular.

www.popmuzikrecords.com, www.francejobin.com

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