Hawái.


326. The Illusion Of Infinitesimal + Plateforme #1 + Music From The SYNTHI
julio 1, 2014, 2:00 pm
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Baskaru 02

FRANCE JOBIN
»The Illusion Of Infinitesimal«
LAURENT PERRIER
»Plateforme #1«
YOSHIO MACHIDA
»Music From The SYNTHI«
BASKARU. 2014

Contemporary electronic music and sound art. Una descripción breve pero que se ajusta perfectamente a la idea que yace detrás de cada una de las escasas publicaciones de una plataforma con sede en Francia. Baskaru, música electrónica contemporánea y arte sonoro, también un label que en sus más de treinta referencias ha cruzado las barreras del sonido a través de trabajos que intentan infiltrarse en su raíz, en las partículas elementales del ruido: electroacústica, noise, minimalismo y estruendos análogos en medio de una panorámica digitalizada. Dentro de su roster figuran nombres como Toshimaru Nakamura / Ken Ikeda / Tomoyoshi Date, Stephan Mathieu, Mathias Delplanque, Julia Kent, Francisco López, @c, Laura Gibson / Ethan Rose, Maurizio Bianchi y Lawrence English, entre varios otros, algunos repetidos, otros insertos en una lista abierta de artistas con oídos en expansión. Este año ha resultado ser una temporada especialmente prolífica, ya van mas de seis lanzamientos, tres de los cuales nos ayudan a investigar en esa raíz del sonido desde puntos diferentes.

The wonders of one-way collaborations. El primero de estos trabajos esta a cargo de Laurent Perrier, artista francés que empleando diversos nombres y siendo parte de otros tantos proyectos ha generado una historia personal donde se intersectan música, danza, teatro y video arte. Zonk’t, Pylône, Heal, Cape Fear y LP han sido los nombres escogidos para indagar en diversas formas y estructuras de sonido. Sin embargo, con su nombre real tiene ya cuatro obras: “Downfall / Disperse” (Sound On Probation, 2006) “As Far As” (Sound On Probation, 2008), “Piano And Sounds” (Sound On Probation, 2011), junto a/versus Laurent Pernice, y este último para Baskaru. “La música que Perrier desarrolla en tiempo real es abstracta a la vez orgánica y cerebral. Dibuja un terreno vacante permeable a la densidad… Precisión casi quirúrgica confrontada a un ambiente siempre cambiante…”. Esta reciente obra de Perrier surge a partir de material externo que luego es procesado para crear algo completamente nuevo. Los restos provenientes de otros artistas se materializan en piezas donde el ruido absorbe el entorno, donde las notas inexistentes transitan por un camino extraño de timbres y sensaciones que provocan un inquietante vértigo. “Primero, ‘Plateforme’ es un concepto, un entramado restrictivo que Laurent Perrier se impuso a si mismo: crear una pieza electroacústica utilizando solamente un conjunto de fuentes sonoras provistas por un ‘colaborador’. Los primeros tres frutos de esta vasta transmutación sónica son presentadas en ‘Plateforme #1’, siendo las semillas plantadas por Felix Kubin, Lawrence English y Gianluca Becuzzi”. Tres piezas de extensa duración, cada una en el territorio propio de quien contribuye con el material de esta obra de acústica electrificada. “Felix Kubin” es un trabajo de investigación auditiva en el que parecen quebrarse continuamente los frágiles bordes de una materia de ruido deteriorado y que, sin embargo, suena con una inusitada pureza. Lo que Perrier hace con los rastros enviados por el músico alemán parece un cumulo de archivos de audio con múltiples errores infiltrados como virus en su interior, errores que no son eliminados sino que, por el contrario, son exaltados. Un flujo continuo de datos comprimidos que desbordan una música digital en su estado más prístino. “Lawrence English” deja ver entre el sistema procesado las brumas abrasivas propias del músico australiano, que tanto tienen que ver con las grandes explanadas oceánicas de “Kiri No Oto” (Touch, 2008) [039] como con las manchas minúsculas de “A Colour For Autumn” (12k, 2009) [046]. Primero como field recordings en espacios inhóspitos, luego como esas brisas marinas que hielan la piel, más tarde sonido errático, después estruendos horizontales de ese ruido que incendia, notas desgastadas que provocan fricción hasta arder en si mismas, material igualmente expuesto en su pureza máxima. “Gianluca Becuzzi” esta plagada de pequeños detalles, incrustaciones microscópicas dentro de una señal inmutable que yace en el fondo. En ocasiones hay un ritmo, aunque muy enterrado. Sin embargo, la mayor parte del tiempo son esos detalles los que construyen una melodía siempre cambiante. Los adornos son entonces los pilares de una pieza de múltiples pliegues impredecibles. “Plataforme #1”, este trabajo del recién descubierto Laurent Perrier es precisamente una obra interesante en la exploración del sonido fabricado desde materia prima externa, un torrente de acústica eléctrica.

The machine that refuses to age. Yoshio Machida, artista visual y sonoro nacido en Japón en 1967 el que estudió arte minimalista, música y cine en la Tama Art University en Tokio. Otro desconocido, al menos para mí, desde los todavía desconocidos horizontes nipones. Varios trabajos, además de crear AMORFON, plataforma y sello para eventos de arte contemporáneo, y también su trabajo visual como ‘PHOTOBATIK’, una técnica particular que utiliza papel fotográfico. Este es su segundo álbum para el sello francés luego de “Hypernatural #3” (Baskaru, 2008). Este trabajo tiene que ver única y especialmente con la utilización de un solo instrumento, un aparato descatalogado y las manos de un hombre para la generación de melodías al interior de un entramado eléctrico. El hombre y la máquina, un sistema desfasado de tonalidades fascinantes creadas desde la digitación manual de ritmos y notas análogas. “Este álbum fue hecho usando solamente el SYNTHI, un sintetizador análogo modular portátil, y se enfoca solo en una de las características de audio de ese instrumento: fase y repetición orgánica. SYNTHI fue manufacturado por Electronic Music Studios (EMS) en Londres en 1971”. Una máquina de música generativa con una matriz de panel de parches. Cuarenta y tres años después de su invención tenemos una obra maravillosa que sirve para producir melodías de bolsillo, pequeñas piezas de tonalidades electrónicas de belleza orgánica surgida entre los circuitos que se niegan a desaparecer. Trece rastros numerados donde se puede oír cómo el sonido viaja desde una estación a otra, desde un punto a otro a través de hilos ínfimos que conducen la delicada electricidad. “Yo simplemente grabé patrones repetitivos y mezclé 3 a 5 patrones por una pieza, sin ninguna edición o efectos. Quise grabar ricas y obscuras improvisaciones mientras eran interpretadas por el SYNTHI. Cada modulación, reverberación, efecto como delay, y sonidos de glitches son producidos dentro del SYNTHI”. Instantes de sonidos pequeños, la fragilidad de notas que emiten un débil resplandor. La luminosidad tenue de “Music From The SYNTHI” permite apreciar los detalles del sonido que se generan al interior de la máquina de sonidos, una improvisación de luces y sombras y extractos de lo que podrían ser melodías interminables, ritmos inocentes y una música ingenua fuera de tiempo, por sobre los límites del tiempo. Suena ajena, artificial pero también cálida, como canciones creadas dentro de una juguetería de módulos, osciladores y equalizadores. De las muchas posibilidades solo se presentan estas trece, resúmenes de una armonía espontánea, casi indistinguible una de la otra, cada una única. La hermosa simpleza de “SYNTHI n°23”, un ritmo con ruidos a su alrededor, la oscuridad de “SYNTHI n°29”, los patrones nocturnos de “SYNTHI n°17”, la soledad de “SYNTHI n°01” y “SYNTHI n°16”, la bella melancolía infinita de “SYNTHI n°02”, los ritmos cortados de “SYNTHI n°25”, la calma y la tranquilidad inquebrantable de “SYNTHI n°30”, el último momento de esta música que se rehúsa a ser más que el sonido almacenado en un cuarto abandonado. “Music From The SYNTHI” está plagado de armonías inacabadas de duración inacabable, tonalidades efímeras que podrían ser el comienzo de un brillo indefinido. Yoshio Machida crea hermosos paisajes breves de ruido análogo.

Perfection and uncertainty. La última de estas ediciones publicadas por Baskaru es también la última de las publicaciones de una artista que anteriormente recogimos en este pequeño sitio, una pequeña cobertura para una historia desarrollada por más de quince años, la cual se cruzó con nosotros justo en el momento que descubrió su personalidad de manera explícita, justo cuando iniciaba una nueva etapa que tiene con este trabajo su segundo capítulo. France Jobin fue antes I8U, nombre con el que publicó, sola o acompañada, catorce obras entre 1999 y 2011, para prestigiosas editoriales como Pandora, Bake, Oral, Room40, Atak, Non Visual Objects, Murmur y Dragon’s Eye. Una historia importante de esta compositora y artista sonora canadiense nacida en 1958 y residente en Montreal. Hace apenas dos años es que decidió emplear su nombre propio para firmar sus composiciones. Ese trabajo fue “Valence” (LINE, 2012) [184], un inmersión en las partículas de audio silente dentro del mutismo del label dirigido por Richard Chartier. “The Illusion Of Infinitesimal” es la continuación temporal, donde la artista se encierra todavía más en las panorámicas silenciosas. Tres piezas, tres prolongados desarrollos de minimalismo electrónico y ruido ambiental reducido a su expresión más esencial. Como France señala ‘The Illusion Of Infinitesimal’ representa otra oportunidad de refinar la esencia única de cada sonido y composición, en un esfuerzo de intentar comunicar mejor sin influir en su desdoblamiento, un delicado balance entre la perfección y la separación”. El universo sonoro de Jobin se concentra en si mismo, una introspección que limita lo más posible cualquier estridencia, dejando que las explosiones de sonido se conviertan en implosiones. El volumen al que son reproducidas las materias de esta obra alcanzan niveles muy bajos, al límite de lo perceptible, y solo con una cuidada atención logran percibirse las ricas capas que quedan subyacentes a la aparente quietud. La deliberada pasividad hace de este álbum uno que exige una extrema delicadeza al oírla, y solo así se descubre su misterio, las ecuaciones ocultas en el vacío. “-1/2” es, en realidad, tres fragmentos enlazados, una pista donde se distinguen tres etapas. La calma implacable de tonos vaporosos, una partitura donde el borde entre una anotación y la siguiente se desvanece, apuntado por lo que parece ser una solitaria nota de piano. Esa delicadeza enterrada deja ver la extrema belleza detrás del manto, la que avanza hacia otras formas de acordes desgastados y repetición, y más tarde a una electrónica que no es más que el brillo de una energía blanca inmaculada. “0” esta construida de remanentes orgánicos, de cuerdas extraídas de madera añeja, o al menos eso aparenta. La fragilidad de una acústica manual convertida en un loop contrasta con estratos de electrónica ínfima que incluso hacen pensar en aquel digitalismo sistémico de fin de siglo aunque cubierto de densidad, la que se posa sobre la repetición orgánica por unos minutos, dejando finalmente que los acordes sigan reiterándose. “+1” no es otra cosa que un destello infinito, el brillo de esta electrónica transparente que avanza tanto a nivel auditivo como visual. Se puede tanto escuchar como ver los sonidos que se desplazan a lo largo de los más de mil segundos de esta pieza que comienza a crecer lenta y paulatinamente, como partículas microscópicas que concentran masa y energía alrededor de su núcleo, hasta decantar en un resplandor incandescente, una eclosión tardía de estruendos contenidos. “The Illusion Of Infinitesimal”, estas composiciones de France Jobin conforman una enorme obra de ruido digital estático, la ilusión de la quietud en manchas minúsculas y notas que se desvanecen en el silencio.

www.baskaru.com, www.francejobin.com, www.soundonprobation.com, www.yoshiomachida.com

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