Hawái.


341. Winter Storm
octubre 1, 2014, 12:00 pm
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Winter Storm

CHIHEI HATAKEYAMA
»Winter Storm«
WHITE PADDY MOUNTAIN. 2014

Cuando el impulso de una nota apenas acaba de ser generado su efecto se desvanece dentro de la corriente del aire, siendo un tono más de coloración difusa con el ambiente exterior. Cada vez más tengo la sensación de que cada momento tiende a evaporarse de manera demasiada acelerada. Incluso aquellos recuerdos o sensaciones más prolongadas se fragmentan en pequeños instantes que se pierden con extrema facilidad. Y así es que se llama vida se disipa entre las horas que se esparcen en segundos. Sin embargo, algunas obras intentan expandir el tiempo y prolongar la vida útil de un sonido que desde la distancia se observa diminuto. El japonés Chihei Hatakeyama logra retrasar el avance irremediable del tiempo en piezas que se prorrogan más allá de este mundo, fuera de él. Lejos quedan sus primeras obras y, al mismo tiempo, el eco permanece como una presencia inestable. Como en el reciente “Alone By The Sea” (White Paddy Mountain, 2014) [320], donde “Chihei se adentra en los mares por medio de una música que insiste sobre notas que vuelven una y otra vez sobre un mismo punto pero en un lugar diferente… Atmósferas de calma inquebrantable, lo que logra crearse a través de una música que avanza de manera pausada, sin atender a perturbaciones exteriores”. O en el todavía más reciente “It Is, It Isn’t” (White Paddy Mountain, 2014) [327], junto a Hakobune, “un océano de lava que no quema, una lava que solo diluye los sentidos hasta el punto de no desear volver a la realidad. Chihei Hatakeyama y Takahiro Yorifuji”, donde “la agradable fiebre de sonidos melancólicos de “It Is, It Isn’t” hace que nos perdamos en las cálidas mareas de su acústica brillante hasta caer en su sueño dorado”. Ambos trabajos son muestras de la inagotable fuente de sonidos que emanan de la mente del artista japonés, como también un reflejo de esa idea de perpetuar una melodía a punto inalcanzable mientras la vida se escurre como líquido inaprensible.

La nueva edición física de Chihei publicada a través de su editorial propia, White Paddy Mountain, es una obra extensa en la cual las armonías parecen eternas y donde lo que se encuentra afuera, detrás de lo inmaterial, se une y mezcla con la música que suena más allá de los bordes de la realidad. “Winter Storm” son cuatro piezas que suman todas setenta minutos, más de una hora de un viaje sobre la tranquilidad y los climas que se adhieren a la piel. Y tal como en ocasión previas, las composiciones se crean a partir de una fuente de recursos limitada que funcionan como una excusa para simplemente dejar que el ruido, una simple anotación musical casi al margen, se desarrolle desde un punto ínfimo hasta su esplendor máximo. Obviamente que esos recursos determinan la forma en que la composición es presentada, pero el proceso igualmente funciona en forma inversa. Las ideas determinan las herramientas precisas para capturar la esencia de una imagen y un sonido visual, las manos escogen los objetos para crear y explorar los tintes difusos de la mente que adquieren el color de las cuerdas y las pulsaciones pensadas teniendo en cuenta esos paisajes audiovisuales imaginados. Como resultado de ese proceso tenemos estos extensos registros que reniegan de las leyes que nos limitan y donde un mismo trazo se estira en beneficio del drone inacabable. “Chihei Hatakeyama se inspiró en este álbum por su vida cotidiana, la historia del mundo y las estaciones en Japón. Las cuatro canciones fueron grabadas en el invierno de 2014. Las fuentes sonoras de estas cuatro canciones fueron compuestas con un sintetizador análogo ‘α Juno-2’ y una guitarra eléctrica Fender Stratocaster”. Grabado entre febrero y mayo de este año y publicado recientemente, a cuatro meses de su gestación, “Winter Storm” se nutre de sonoridades acústicas, eléctricas y análogas para modelar estas piezas en que a partir de una armonía sencilla se genera un paisaje dilatado de sonidos amplios, una panorámica vasta que parece flotar y suspenderse sobre una superficie estática. Unas escasas notas, una variación del movimiento extremadamente leve surge en mitad de una bruma suave, y la distancia que se genera a la vez que su eco se repite en el tiempo provoca la sensación de pérdida. Es un mismo motivo que persiste pero que también parece ser diferente cada vez, una música que florece a cada instante y deja caer hojas y hojas, delicados pétalos de ruido que permanecen en la marea aérea. Y así se suceden los veintitrés minutos de “Don’t Ask What”, track compuesto para la fiesta de cierre de Murmur Records Daikanyama, una nueva tienda de discos ambient en Japón en marzo reciente. Podría seguir escribiendo y la música seguiría sonando, mientras que los detalles se refugian en la calidez de la atmósfera creada por Chihei y que solo dejan en evidencia algunas formas desiguales en la uniformidad general. “Window To The Past” es un interludio efímero en comparación (apenas ocho minutos) pero que posee la misma fuerza sutil. Incluso parece ser más prolongada de lo que en realidad es. En esa escasez aparente se puede escuchar el sol desplazarse mientras irradia un calor que quema como un verano agobiante pero agradable, como esa sensación que a veces se tiene de solo dejarse abrazar por las olas de fuego aunque el cuerpo se immovilice de fatiga. “Lydia”, la imagen de un reino que existió en Turquía antes de Cristo. “Lydia”, otro rastro de música ambiental espaciosa de estructuras similares pero formas diferentes. La separación entre una momento y el siguiente a veces no se distingue con facilidad, aunque eso probablemente no importe. Cuando se está inmerso en la tormenta nada importa más que desvanecerse con el tiempo, en él. Finalmente “Winter Storm”, compuesta e inspirada por una fuerte tormenta de nieve que golpeó Tokio en febrero 8 de 2014, la conclusión expresada en acordes infinitos y texturas de ruido análogo con manchas tenues sobre la superficie blanca resplandeciente –“this song has lo-fi noise, such as faint and melodic drone”– que destacan en homogeneidad variable. La piel es más irregular que antes y, a causa de ello, el flujo de sonidos se puede apreciar con más claridad, las disparidades en la trama se observan y oyen con mayor nitidez, sin dejar de perder ese tono de colores borrosos. Es como si fuese nieve real, perfecta desde la lejanía, hermosamente imperfecta y llena de detalles al aproximarse a la tez expuesta.

Con un ritmo de edición alto, el artista y paisajista japonés vuelve a crear retratos extensos del horizonte externo y los campos interminables. Chihei Hatakeyama crea otra obra de composiciones prolongadas. Mientras la vida se evapora, el tiempo se desvanece y cada instante parece más y más breve, momentos fugaces dentro de extensas planicies de horas agotadas. Cada vez más todo se vuelve nada. Entretanto que eso sucede, podemos abandonarnos a este ruido de belleza análoga y olas de notas níveas.

www.whitepaddymountain.tumblr.com, www.chihei.org

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